La presión arterial es la fuerza de la sangre contra las paredes de las arterias; cada vez que el corazón late, bombea sangre a los vasos para llevarla a todo el cuerpo. Cuanta más alta es la fuerza de la sangre contra las paredes de las arterias, más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombearla.
La hipertensión arterial o presión arterial alta es cuando la presión arterial se mantiene alta durante mucho tiempo y puede ocasionar daños directamente en el corazón, el cerebro y los riñones.
NIVEL DE PRESIÓN ARTERIAL
Normal
Sistólica: menos de 120 mm Hg
Diastólica: menos de 80 mm Hg
Prehipertensión
Sistólica: 120 – 139 mm Hg
Diastólica: 80 – 89 mm Hg
Alta
Sistólica: 140 mm Hg o superior
Diastólica: 90 mm Hg o superior
Sistólica: cuando el corazón late.
Diastólica: cuando el corazón se relaja.
La hipertensión arterial puede tener consecuencias graves como:
Los daños pueden agravarse debido a otros factores, tales como el consumo de tabaco, una dieta poco saludable, el uso nocivo del alcohol, la inactividad física, la exposición permanente al estrés, así como la obesidad, el colesterol alto y la diabetes mellitus.
La hipertensión arterial es llamada el “asesino silencioso” porque comúnmente no presenta señales de advertencia o síntomas y muchas personas no saben que la tienen.
En ocasiones se pueden presentar síntomas como dolor de cabeza, dificultad respiratoria, vértigos, dolor torácico, palpitaciones del corazón y hemorragias nasales. Aunque la mayoría de los hipertensos no presentan síntoma alguno.
Es importante realizar chequeos médicos periódicamente para conocer su estado de salud, especialmente si su estilo de vida y/o antecedentes familiares, representan un factor de riesgo para la hipertensión.
Si no se logra la detección temprana, la hipertensión puede evolucionar hasta hacerse manifiesta mediante algún daño a la salud.
Los factores de riesgo incluyen condiciones de salud, estilo de vida y antecedentes familiares:
Ante la presencia de cualquiera de ellas, es importante acudir al médico para tomar las medidas correspondientes y reducir el riesgo que representan.
Un estilo de vida poco saludable puede incrementar el riesgo de hipertensión arterial.
Mediante un sencillo procedimiento, un médico u otro profesional de la salud pueden realizar la lectura de la presión arterial y determinar las condiciones de su estado de salud.
La presión arterial se registra con dos cifras: la primera (sistólica) representa la presión de sus vasos sanguíneos cuando su corazón late, la segunda (diastólica) representa la presión de sus vasos sanguíneos cuando el corazón se relaja entre latidos.
Tomar en cuenta lo siguiente:
Las siguientes medidas contribuyen a mantener la presión arterial en un rango saludable y prevenir la hipertensión arterial:
− Reducir el consumo de sal. Moderar el uso de sal al preparar alimentos y no agregar sal a los alimentos preparados
− Comer 5 porciones de fruta y verdura al día
− Reducir el consumo de grasas
− Aumentar el consumo de alimentos ricos en potasio (plátano, papas, frijoles, etc.)
En caso de padecer diabetes o prehipertensión, acudir a revisiones periódicas y seguir las instrucciones del médico, para reducir los riesgos que representa.
De manera general, acudir periódicamente a realizarse un chequeo general sobre su estado de salud.
Cada persona tiene distintas necesidades de acuerdo a su estado de salud, por lo que cada una tendrá cuidados y tratamiento específico.
Parte de los cuidados que contribuirán a controlar los niveles de la presión arterial son: llevar una alimentación saludable, practicar actividad física regular y acudir a todas sus consultas y revisiones médicas.
En caso necesario, el médico podrá prescribir medicamentos y recomendar mejoras en el estilo de vida, que ayuden a mejorar su salud.
Es importante seguir las indicaciones del médico y ser constante con el tratamiento.
− Consumir 5 raciones de verduras y fruta al día.
− Tomar al menos 8 vasos de agua simple al día.
− Preferir los cereales integrales.
− Evitar caramelos, postres, mermelada, etc.
− Moderar el uso de sal al cocinar y evitar agregar sal a los alimentos preparados.
− Preferir la leche y sus derivados deslactosados, evitar los de leche entera.
− Preferir alimentos asados o al vapor, evitar los fritos y capeados.
− Disminuir el consumo de pan de caja, bolillo, pan dulce.
− Reducir el consumo de yema de huevo.
− Aumentar el consumo de alimentos ricos en potasio (plátano, papas, frijoles, etc.).
Puede ser necesario cambio de tratamiento, la dieta y/o el estilo de vida.
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